lunes, 25 de junio de 2012

DESFILE DE MODAS

DESFILE DE MODAS DE LA ACTUALIDAD








LOS LOGROS DE LA MODA ACTUAL

Varios elementos muy positivos se pueden apreciar hoy en el terreno de la moda. En primer lugar, está prácticamente al alcance de todos; existe una mayor libertad que en otras épocas para elegir el vestuario; la industria de la moda tiene actualmente considerable prestigio, y existe una gran oferta de programas académicos para preparar a quienes desean dedicarse a este campo laboral. También se aprecia una continua preocupación por aprovechar los adelantos de la ciencia y la técnica: nuevos y mejores materias primas, equipos, procedimientos, que permiten mejorar la producción y los precios. Desde el punto de vista artístico y creativo, tal vez nunca antes ha existido una gama tan amplia de opciones ante el diseñador, lo cual es sin duda algo muy positivo. Por otra parte, la economía de muchos países recibe de las industrias relacionadas con la moda beneficios importantes. Podemos fijarnos al menos brevemente en cada uno de estos logros.
1.1 Democratización de la moda: Uno de los primeros datos que saltan a la vista es que la moda ha dejado de ser un fenómeno de élites, para convertirse en un fenómeno de masas. Aunque las clientes de la Alta Costura siguen constituyendo un sector especial, las nuevas tecnologías y la globalización informática –entre otros elementos– han conseguido que un modelo creado para la Colección de Primavera de un modisto parisino, por ejemplo, se pueda adquirir al poco tiempo en una boutique en Beirut, San Salvador o Singapur. Un poco más adelante se venderán en comercios más modestos modelos parecidos, de modo que muchas mujeres pueden adquirir prendas de vestir que están “a la última moda”. La calidad de esta moda producida en masa puede ser buena, aceptable o claramente mala, pero al menos llega a muchos, si no a casi todos; sin duda es un avance que la moda sea cada vez menos un elemento distintivo de una clase social entendida como ámbito impenetrable.
La moda es, más que nunca, un fenómeno de masas: las fotografías de las pasarelas de hoy en Nueva York, París y Milán llegan en pocas horas, vía internet, a todo el mundo. La diversificación de los procesos de producción permiten que en muy poco tiempo estos modelos (al menos, piezas inspiradas por ellos) se encuentren en las salas de venta de las grandes ciudades. Las modistas tienen acceso a las mismas fotografías, y también en un plazo breve se pueden adquirir los patrones necesarios. Lo que al principio del reinado de una corriente de moda puede ser un poco más caro, casi enseguida podrá ser adquirido por mucho menos precio, al producirse masivamente.
1.2 Mayor libertad en el vestuario: Desde hace varias décadas, las rígidas restricciones impuestas por las convenciones sociales en torno al vestuario se han flexibilizado enormemente, lo cual es muy de agradecer. En la época victoriana, por ejemplo, era de rigor que una mujer de la aristocracia dispusiera de vestidos distintos para cada momento del día: el de estar en la casa, el de recibir visitantes, el de salir por la mañana, el de salir por la tarde; también el de “tomar el té”, y el de gala para la cena. Los trajes de baile, de Corte y de luto se añadían a esta colección. La moda actual, por el contrario, busca un vestuario que sirva para usos múltiples: se hace énfasis en conjuntos de piezas intercambiables que, con el cambio de accesorios, pueda servir a una mujer para ir a una reunión de trabajo en la mañana, almorzar con sus amigas, asistir a una actividad en el colegio de sus hijos por la tarde, y acompañar a su esposo a una cena. Por supuesto, también es posible adquirir vestidos apropiados para la mañana, ropa más formal como para asistir a un cocktail, y vestidos de noche. Pero la exigencia de un vestuario específico para cada ocasión se ha flexibilizado hasta tal punto que incluso en las actividades sociales más relevantes es fácil encontrar tipos de vestuarios muy variados. Esto habría sido imperdonable en otras épocas.
La mujer tiene posibilidad de escoger entre muchas maneras de vestir (un tema distinto es si en la vida real puede adquirir las prendas que desearía), y de alguna forma, crear su propia moda; puede escoger práctica-mente lo que quiera. Por otra parte, ha desaparecido (al menos en gran parte) el elemento que podríamos llamar “vanidad de clase”, porque en principio no es fácil ya ubicar en la escala social a una persona por su vestido. Las imitaciones de los productos de las grandes marcas son cada vez más perfectas; con un presupuesto limitado y una serie de decisiones inteligentes, una mujer se puede presentar con tanta elegancia como quien tiene la posibilidad de encargar los modelos de Alta Costura ($15,000), pagar accesorios sumamente caros (carteras, $5,000), zapatos ($1,000, etc).
Tal vez podríamos decir que en este campo estamos en el punto opuesto de lo que pretendían las Leyes Suntuarias –no tanto al tratar de moderar los gastos, cuanto al tratar de marcar un rígido código de vestuario para cada clase–, y esto es sin duda un signo de avance social: realmente no tiene sentido (como no sea halagar el “ego” de algunos) tratar de impedir que quienes no cuentan con una situación económica privilegiada se vistan igual que quienes sí la tienen, o al menos traten de vestirse en forma parecida.
1.3 Profesionalización: Este gran desarrollo ha traído consigo también un incremento del recono-cimiento de todos los posibles puestos de trabajo dentro de la industria de la moda como pertenecientes a un conglomerado laboral prestigioso. Los diseñadores, desde el nacimiento de la Alta Costura, han gozado de prestigio; en la actualidad han surgido innumerables posiciones relacionadas: fotógrafos de moda, modelos, cosmetólogos, editores de revistas de moda, columnistas sobre temas de moda, conservadores en museos de textiles, ilustradores de imágenes de moda, diseñadores de vitrinas, encargados de mercadeo, además del gran ejército de artesanos que, en muchos países del mundo, se dedican a bordar, tejer, curtir pieles, hacer botones, broches, mostacilla, etc.
En estrecha relación con el carácter cada vez más profesional de estas tareas está el auge que han tenido los centros docentes dedicados a preparar a los estudiantes para ejercerlas. Las Escuelas patrocinadas por la Cámara Sindical de la Alta Costura ofrecen cursos desde 1928, pero ha sido en los últimos 10 ó 15 años cuando se han multiplicado estas iniciativas, ofreciendo preparación para prácticamente todas las facetas de la moda: diseño de interiores, producción, publicidad, mercadeo... Esto ha supuesto un gran impulso para la industria, que puede contar cada año con nuevos elementos que se incoporan a este campo de trabajo.
1.4 Libertad creativa: La gama de colores, texturas, materiales, es amplísima. No hay una dominación extrema como la que ocurría en los años en los que Worth “reinó” sobre la moda: las grandes fábricas de telas y encajes de Lyon le enviaban muestras y con base en sus decisiones se producían o no. Para que fuera rentable la producción industrial se orientaba por los cauces que Worth estableciera, aunque naturalmente no todo el material era adquirido por su Casa de modas. Pero en el mercado textil era éste el material que los demás modistos podían adquirir, porque era el que la industria había producido en cantidad. Nadie se arriesgaba a producir una tela o un adorno que Worth no fuera a emplear. Este tipo de restricción de hecho es cosa del pasado. El juego del mercado es el que tiene la última palabra. Los diseñadores y quienes producen elementos de vestuario
1.5 Adelantos tecnológicos: En gran parte, la libertad creativa y la democratización de la moda se deben a los grandes adelantos técnicos que se han incorporado al campo de la moda. Podría decirse que este proceso de llevar la moda a todos comenzó con el advenimiento de la máquina de coser, y con la producción de los primeros patrones, que Amos Butterick lanzó al mercado en 1858. En la actualidad, todas las fases del proceso de creación, distribución y venta de las prendas se han beneficiado de nuevas técnicas. Si antes había que cortar las piezas una a una, hoy en día las máquinas permiten cortar 500 de un solo movimiento; la creación del diseñador se facilita con programas cibernéticos que le permiten la elaboración virtual de cualquier prenda, en cualquier color y textura, con lo que se evita mucho trabajo que antes era inevitable. Aunque las colecciones en vivo siguen siendo un punto focal de la industria, y tienen su “mística” especial, muchos diseñadores recogen sus colecciones en videos que después son enviados a clientes en todo el mundo.
Entre los más recientes proyectos está la Tecnología de Percepción Sensorial, que consiste en un tratamiento de micro-encapsulación para textiles con un gran potencial. Mediante esta tecnología se puede enriquecer la tela (algodón, lana o fibras sintéticas) con sustancias tales como aloe vera, vitaminas, repelentes contra insectos, por ejemplo. Las cortinas, alfombras y cubrecamas pueden tratarse para que desprendan fragancias, a la vez que rechazan ataques de hongos y bacterias. Incluso se ofrecen ya en el mercado sábanas tratadas con aroma de lavanda y de manzanilla, que pueden inducir el sueño. En la Universidad Politécnica de Hong Kong se trabaja en un tratamiento que convierta a las telas en “auto-lavables”; al tratar las fibras con dióxido de titanio, la tela realiza por sí misma el proceso de liberarse de los diversos tipos de suciedad. Por su parte, la Universidad de Leeds (Inglaterra) trabaja en un instrumento que facilitará el trabajo en los telares. Usando un rayo de luz y un sensor de luminosidad similar a los que se encuentran en las cámaras digitales, se podrá medir la tensión del hilo –que es esencial para la adecuada producción de la tela– sin detener la maquinaria (39)
No quiere decir que estos adelantos faciliten el trabajo por igual: como se pudo ver en la “maquila” de Madrás, muchos empresarios tienen en uso aparatos obsoletos, y emplean medios rudimentarios. Pero al menos puede decirse que existen los equipos y los instrumentos que facilitan la creación y permiten acelerar el proceso de elaboración y distribución de cualquier prenda o accesorio. Esto promete poner en manos de los consumidores un producto mejor, a menos costo y en un tiempo más breve.
1.6 Generación de ingresos: Como ya se ha mencionado, la industria de la moda, con todas sus ramificaciones, mueve muchos billones de dólares; genera grandes ingresos para muchos países y da empleo a gran cantidad de personas. Basta pensar que en 1998 los norteamericanos adquirieron 17.2 billones de piezas de vestir, y a la vez desecharon más de cien mil toneladas de ropa usada. En la cumbre de la industria están los grandes conglomerados, seguidos por las grandes empresas productoras, los grandes almacenes, pasando por las industrias de menor envergadura hasta llegar a las maquilas, las boutiques y lo que se considera como el escalón último del mundo de la moda: el negocio de las prendas recicladas. Junto con los beneficios que reporta para la economía de muchos países, habría que mencionar una considerable deshumanización del proceso: en el afán de “ganar más”, se busca la producción masiva al menor costo posible, y se ubican las maquilas en países sin legislaciones fuertes de protección a los trabajadores ni aún a los menores trabajadores. Por otra parte, en el diseño de las prendas no parecen entrar en juego consideraciones que no sean reductibles a la mayor ganancia

HISTORIA DE LA MODA INFANTIL

LA MODA INFAMTIL DE ANTES 



Hacia la mitad del siglo XIX, se menciona por primera vez una moda infantil en las revistas especializadas. Abarcaba, los trajes de los más chiquitos, para quienes los sastres, empezaban a proponer modelos creados especialmente.
Hasta los 5 ó 6 años, los varones usaban siempre vestido con falda tableada, abotonado al frente. A los 7 u 8 años, se combiaba por una chaqueta y pantalón ceñido, corto, a la rodilla.
Las niñas siempre usaron trajes de características similares en silueta a los de sus madres hasta comienzos del siglo XX, que dejan de ser una copia exacta para caer de forma recta, usualmente con cinturón ancho, colocado muy bajo, estilo conocido como "a la americana". Lentamente fueron surgiendo blusas de estilo ruso y vestidos escoceses que fueron alternativas dentro de guardarropa infantil. Pero por sobre todo, el trajecito marinero, fue el más popular hasta principios de 1960s. Tuvo su origen alrededor de 1860, con una forma muy parecida a la que tendría en el siglo XX: cuello cuadrado bordeado con galón blanco que se abrí en punta encima de una pechera lisa o rayada, e iba acompañado de pantalones rectos, cortos o largos o de una falda tableada para las niñas.
Las transformaciones de los trajes infantiles se limitaron a seguir las formas, cada vez más simplificadas de la indumentaria de los adultos y una consideración acerca de la libertad de movimientos hacia fines del siglo XX en adelante.